martes, 3 de abril de 2012

Un comienzo sin origen.

Salía a la calle nada más despertarme, pues tenía que comprar comida ya que en la cocina no había siquiera una miga de pan, cuando me encontré con Jack.
-Eh, Panda, cuánto tiempo, ¿qué te ha pasado?
+Bueno, he estado unos días alejada del mundo, para aclarar ideas. Aunque necesitaría algunos días más, todavía. ¿Tú qué tal?
-Yo genial, acabo de terminar una pieza, ¿quieres verla?
Me moría de ganas de decirle que necesitaba comer algo de inmediato, que llevaba una semana desmayada en casa sin probar una gota de agua.
Pero sus obras eran tan importantes para él que no quise decepcionarle. Además, ya me había cogido con fuerza del brazo e iba tirando de mí hacia su estudio.
Era un chico encantador, de esos que salen en las películas que piensas que no existen. Desprendía tanta felicidad que resultaba contagiosa. Era guapo, lo justo. Alto, fuerte, moreno, ojos verdes y voz de hombre, pero alma protectora, fiel y sensible como ninguna. Era mi mejor amigo.