miércoles, 9 de enero de 2013

Untitled.

El otro día iba andando por la calle tan tranquila cuando de repente sentí una presencia extraña y desconocida detrás de mí. Al principio no me asusté, pensé que en cualquiera de las siguientes bocacalles giraría, pero tras andar un buen trecho descubrí que no era así, no dejaba de seguirme, lo cual empezaba a incomodarme. No tardé en estallar de los nervios y empezar a correr mientras pensaba en aquella patética situación. ¡Y esa maldita esencia no desistía! ¿Qué diablos quería? Iba a mi ritmo, ni más lento ni más rápido, como si solo pretendiera acompañarme. Yo aceleraba y lo hacía 'ella'. Yo frenaba y 'ella' me imitaba.
Estaba empezando a cansarme, así que me mentalicé de que no podía pasarme nada malo si no me había pasado ya, y a la vuelta de la esquina paré. Respiré hondo, tranquilizándome a mí misma y a mi agitada respiración. 'Ella' también había parado.
Fui girándome poco a poco con los ojos cerrados, primero el tronco y, por último, la cabeza. Miré inquieta a todas partes. Nadie. No había absolutamente nadie. Solamente había oscuridad y farolas tratando de reemplazar la luz del sol. Todo parecía haber sido producto de mi imaginación, pero cuando por inercia di un paso atrás, vi algo moverse en el suelo. Fue entonces cuando me di cuenta de que lo único que había estado sintiendo todo ese tiempo y lo único de lo que me había asustado era mi propia sombra.