lunes, 4 de junio de 2012

Ojalá estuvieras aquí.

Este día lo empecé pensando en ti, en todas y cada una de las cosas que hacen que mi vida tenga sentido. Y me he dado cuenta de que en realidad no lo tiene, por muchas cosas y personas como tú que haya en ella (algo, por cierto, imposible, pues no hay nadie en el mundo comparable a ti). Mi vida no tiene sentido porque las personas y cosas que hacen que parezca lo contrario son tan jodidamente efímeras que hasta parecen irreales.
No distingo entre realidad y sueños, porque ya no sé si los sueños son representaciones de una realidad que aún no conozco, o son simplemente eso, sueños.
Y toda esa inmensa y profunda reflexión me ha metido en cuerpo y mente un malestar que ni siquiera un vomitivo té ardiendo podría hacer que se me pase.
En el peor momento de lo que llevo de vida, en el mayor dilema que he tenido nunca, en el más complicado conflicto conmigo misma, no estás tú a mi lado. Un abrazo, un beso, una caricia, una mirada de complicidad, una sonrisa, una broma... Cualquier detalle que provenga de ti podría hacer alzarme de nuevo sobre mis alas y volar más allá del infinito azul del cielo.
Pero no estás. Y por mucho que grite tu nombre o arañe las paredes de tal desesperación que en mi interior habita, no contestas, no respondes, no apareces.
Y cuanto menos apareces, más te necesito.
Ojalá estuvieras aquí, porque este, y cualquier otro té, me sabe a mierda sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario