martes, 4 de septiembre de 2012

Escribiré poesía hasta el amanecer.

Esa niña de ojos verdes
cuyo corazón soñaba
con latir de calle en calle
y empapar sábanas blancas.

Esa niña de ojos verdes
soñaba con la muerte,
un disfraz de princesa
y su príncipe verde.

Esa niña de ojos verdes
sueña con saber qué es el amor,
y en su quinta fantasía
su corazón gritó de horror.

Ella pasa horas invisibles
bajo el grifo de la ducha,
esperando una señal,
un suspiro, una caricia.

Tras años de dolor, aquellos momentos
pasados, perdidos, añorados,
regresan con la luna
en una noche de verano.

Y una vez se dijo a sí misma
que creer en la casualidad
es, a la vez,
creer que nada tiene sentido.

Fueron tantas noches en vela
con un vaso vacío en la mano
rezando quién sabe a quién
por que se llenara y la dejara temblando.

Esa niña de ojos verdes
que en silencio convertía
tus palabras ardientes
en su propia profecía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario