martes, 10 de septiembre de 2013

Aquella noche la deseabas, maldito cabrón. Aquella noche le hiciste sentir la mujer más afortunada del mundo, sin excepción.
Pero esa es la desventaja de quererte. Tienes el peligroso poder de entrar en un corazón sin avisar y sin apenas esfuerzo.
Y calas muy hondo, cielo. Es difícil dejar huella en un corazón de mármol, pero tus palabras pudieron con ella y con su indestructible barrera de sentimientos disfrazados de indiferencia.

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