Dicen que su tristeza tiene un poder especial, curativo; que sus lágrimas son de fénix y pueden curar cien almas quebradas sin apenas rozarlas.
Y digo yo, ¿su sonrisa, entonces? ¿Qué es, sino felicidad encarnada? Guardiana de la inocencia misma que concede vida sin reparos.
Bendita inocencia.
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